Enséñame a acariciarte sin romperte una vez más las ganas de quedarte a dormir en mis huesos, donde ya no tejen sus telas las arañas ni se astillan los deseos.
Enséñame a quererte sin que te duela mi aliento en tu nuca, que huele a droga y amor tu boca cuando me susurra.
Déjame olvidar lo que ayer me abrió la piel y me secó las dudas de quedarme más de una vida a coser tus heridas.
Quédate a ver cómo despego como Ícaro para comerme tus ganas de huir, ahora que ya no tengo miedo de saltar sobre tus vacíos.
Porque aprendí a decir-te quiero antes que lo siento, cuando más dolía, cuando ya no estabas a la distancia necesaria para escucharlo.
Enséñame a encontrarme en otras manos, en otros versos, en otras bocas, porque desde que no soy tuya, ni la poesía es mía.
Y ahora, dime amor, cómo se cosen los añoros de tu ausencia, o cómo expiran los recuerdos que me muerden el cuello cada vez que pienso en tu risa.
Porque desde que tú no estás, ni tan siquiera yo soy mía.
La princesa de los zapatos de cristal, la que perdió uno y rompió el otro. La que odiaba su vestido y no quería besar a su príncipe.
jueves, 21 de julio de 2016
domingo, 3 de julio de 2016
Sin pretéritos.
La quiso.
Como el que quiere volver a casa cuando la piel se le abre.
Como ansiar el olor del mar, perdido en el desierto.
Como necesitar la luna en una noche oscura.
La quiso.
Como se quiere respirar cuando se ahoga.
Como el que quiere volver a casa cuando la piel se le abre.
Como ansiar el olor del mar, perdido en el desierto.
Como necesitar la luna en una noche oscura.
La quiso.
Como se quiere respirar cuando se ahoga.
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