domingo, 18 de febrero de 2018

¿Ganamos?

Hoy he respirado,
y me he dado cuenta de que si sonríes...
sigo ganando.
Últimamente no dejo de perder cosas,
de perderme.
Pero al final siempre acabo ganando,
gano porque cuando estás en mi cama todavía sonríes,
lo haces cuando te miro dormir, y no sé si es queriendo o sin querer.
Tampoco sé si me quieres o lo quieres hacer.
Sé que sonríes, y entonces gano aunque no me quieras.
Gano y tengo mucho miedo de perder.
Y no te hablo de una posición, de una carrera, ni siquiera de un sorteo,
hablo de PERDER,
con mayúsculas.
De perder la fuerza que me has dado todo este tiempo,
de perder todo lo que he construido para ti,
para nosotras.
Miedo de perderte porque si lo hago, no sé qué me jugaré después.
Porque si me vuelvo a perder, ya no sé donde buscarme.
Pero si tú me sonríes,
yo te seguiré ganando.

jueves, 15 de febrero de 2018


Que dejar ir a quien amas nunca es un acto de valentía,
pero siempre
siempre es un suicidio.
Que cuando te alejas de quien te acuerdas cuando todo va mal,
a quien buscas abrazar cuando todo se derrumba,
eres un cobarde.
Cuando no puedes luchar por quien hace mover tu sangre
por miedo a vivir, no eres digno de llamarte,
superviviente.
Si te paralizan las dudas y no saltas,
eres un neutro,
un gris.
Y a los grises, no los ve nadie.

lunes, 12 de febrero de 2018

El verbo que odio.

``Tanto escribir para, 
al final, quererte
lo que no está escrito. 
Vuelve, 
que aquí
ya es de noche, amor.´´

Todavía a veces vuelves a aparecer,
como cuando tu nombre no hacía juego con mis heridas,
como cuando tu aliento era el que calmaba todas mis dudas.
A veces vuelves
pero nunca te quedas,
todavía.
Vuelves y me abrazas,
y entonces... todo está bien.
Pero vuelves a irte,
y entonces... vuelve el miedo,
el ruido
las dudas.
Vuelve su nombre junto al tuyo, a torturarme cada noche.
Vuelvo a correr lejos de mí, buscando todo lo que te regalé y no me has devuelto.
Todavía.
Corro y corro, pero nunca llego.
Te has ido tan lejos que ya ni siquiera te huelo, que tu perfume empieza a irse de mi ropa.
Que en mi pelo ya no están las huellas de tus dedos.
A veces vuelvo,
a ver nuestras fotos,
a leer nuestras cartas.
A veces cojo las llaves de nuestra casa, pero ya no abren nada.
Vuelvo a quererte cada vez que pienso en todo lo que fuimos,
en lo infinito de ser dos cuando siempre contábamos uno.
Vuelvo a quererte aunque nunca haya dejado de hacerlo.
          Vuelvo.
Todavía.

sábado, 10 de febrero de 2018

Ella sí quiso.

Tienes la mirada triste, me dijo.
Aun así son los ojos más bonitos que he visto nunca.
Poco te has fijado entonces, le respondí.
Esa noche no fueron las manos lo único que me rozó, me besó el alma despacio, con más miedo del que tenía yo.
Me besó y quiso quedarse,
quería ponerse a reconstruir todo lo que ella ya había encontrado roto.
Me abrazaba y me acariciaba cada pespunte que me daba.
Ella quiso.
Ella quiso quedarse.
Y yo,
hice que se fuera lejos de este caos que dejaste tú,
de mí.
Porque ella,
no se merecía impregnarse
de tus 
de nuestros

fantasmas.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Estás llegando tarde.

Me enamoré.
Me enamoré de ella como si fuese el último clavo al que podía agarrarme.
Me enamoré de su forma de mirarme,
de sus manos.
Me enamoré de la persona en la que me convertí después de sus besos.
De su forma de vivir,
de su risa.
Me enamoré de su amor,
de lo que me daba cuando todo parecía haberse roto.
Me enamoré de todo lo que llevaba nuestro nombre,
del hijo que no tuvimos.
De la casa que no terminamos de pagar.
Me enamoré de ella porque así me conocí a mí.
Me enamoré de todo lo que soy ahora sin ella,
me enamoré de mí
por quererla a ella.
Y es que todo este amor no se me acaba
aunque sigas llegando siempre tarde.