martes, 30 de agosto de 2016

Y... ¿Qué has hecho conmigo?

Qué hago ahora que me conozco, que te veo abalanzarte sobre mí y siento que quiero dejar de huir de ti.
Qué hago contigo cuando me miras con compasión a los ojos, entre todos estos cristales rotos que no te dejan acercarte más, como si mi cuerpo fuese una caja llena de errores que ni siquiera yo puedo cerrar. 
Y me cortan tus suspiros de quererte ir, de rendirte y entregar las armas en esta guerra
que solo acaba de empezar. 
Qué hago conmigo...
si me da miedo que te quedes
pero no puedo evitar gritarte
que no te vayas. 

lunes, 22 de agosto de 2016

Borrador número 26.751

Me da igual que seas el ruido más ensordecedor de las mandrágoras o el estruendo de la guerra que revienta tímpanos y huele a sangre, el seráfico pero maligno canto de las sirenas que hicieron del héroe, un loco incontrolado,
ahora que me has enseñado a escuchar solo las mareas en tu ombligo.
Rompe las cadenas de esta jaula que me obligan a irme de ti,
y a olvidarme de mí.
Enséñame a quedarme por las noches, a despertarme viendo una cara que no sea la mía y no temblar de miedo, porque cuando te miro
me sigo perdiendo
y empiezo a asumir que ya no soy, que quiero que te quedes a dormir a menos de tres centímetros de mi nariz,
aquí.
Todavía no entiendo qué hiciste para entrar en este laberinto de cien mil salidas y media entrada, pero entiendo mucho menos que no quieras salir corriendo después de ver estas cascadas tan violentas que te calan los huesos
si te acercas.
Pero cuando te desnudas para mí, aunque sigas con ropa, después de comerte las dudas...
Te quiero aquí,
encima,
debajo,
de espaldas,
como quieras.

jueves, 11 de agosto de 2016

A veces me pasa que te imagino aquí.

¿Y ahora qué?
Si supiera lo que buscan tus manos al acercarse a las mías, no te lo daría.
Pero ahora cómo me digo que no, que no puedo salir de aquí, si lo has desempolvado todo y le has dado cuerda al reloj que hace tiempo que dejó de contarme la vida.
Y entonces me escondo y huyo, hasta que no puedo olerte aunque te sienta siempre aquí, tan cerca, cuando aparece el puto miedo de que seas tú, de que estés, de que te quedes a coser lo que tú no has roto.
Y llores,
porque te cortan las yemas mis vértices o te pinchan los clavos que pusieron otros en esta piel que ya no aguanta más luchas.
Déjame entrar a tus rincones que voy a curarte, a llevarte a la cumbre de mis grietas para que desde arriba vueles, y sientas que lo puedo hacer, que voy a estar hasta que exploten todos los planetas de nuestra órbita.
Ven
y siéntate a escuchar lo que te voy a leer.


domingo, 7 de agosto de 2016

Si quieres, Mía.

Eres, mía.
El comienzo del deshielo del Ártico, la cicuta que acabó con el alma de Sócrates o el final de la Reina de Egipto huyendo del castigo de Octavio.
Pero no voy a irme aunque retuerzas a estos demonios que siento y llamo míos, porque voy a bajarte lento a mis infiernos para que te quedes a vivir en mi libertad.
Mientras me imagino cómo hueles después de quedarte aquí encima, siendo todavía tuya y nunca mía, siendo tu sudor las lágrimas de Apolo después de perder a su Dafne. Voy a hacerte victoria, en tu cama o en mi suelo. Porque desde que me quemas tú, no me muerden las Furias.
Apunté a tus ojos como el loco que se mira por última vez al espejo, sabiendo que ibas a ser las dudas de todo pero las ruinas de nada.
Dime que soy yo, o reviéntame con los dientes las costuras que sujetan estos huesos que se mueren por rozarte.
Pd: Avísame de que el fin del mundo es hoy, que de ti, no me muevo.

martes, 2 de agosto de 2016

Hasta que tú, no.

Hace tiempo que no sé, que no debo, que no quiero.
No quiero saber lo que debo tener, lo que tengo que hacer para que estés y no huyas.
No supe hacer que te quedaras, no pude retenerte entre mis dedos pero sí en mis entrañas.
Ya no creo en los ``para siempre´´, ni en las despedidas con lágrimas en los ojos. Creo en tus garras y en tus guerras, en tus sábanas por el suelo y tu pelo corriendo por mi espalda.