sábado, 16 de noviembre de 2019

Agnus Dei

Y ahora dices que me quieres:
que todavía me quieres.
Desde el fango,
con los pulmones manchados de tierra
y las manos llenas de angustia,
de miseria.
Me quieres,
después de haberme atravesado por la espalda,
con ensañamiento y alevosía.
Después de la caída,
del aterrizaje forzoso,
después de la condena del Arcángel.
Y ya no veo nada que despeje el huracán,
que aleje el desastre.
No hay antibiótico que palie esta enfermedad,
pero tú rezas
que todavía me quieres.

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