miércoles, 8 de enero de 2020

Silencio

Se fue tan lejos que no pude ni ver cómo se marchaba,
ni siquiera tuve aliento
para pedirle el último beso.
No le dije que la quería,
no le dije que era la única,
que no iba a haber otra,
nunca.
Le grité,
le grité tan fuerte que después no pude respirar,
pero ya no estaba.
Ya no estaba,
y me había dejado un vacío tan grande
que incluso me ahogaba.
Solo escuchaba mi eco
que retumbaba
repitiéndome
una y otra vez:

la has perdido.
Eres imbécil,
tú has hecho que se vaya,
tú no has impedido que desaparezca.

A veces me vuelvo egoísta,
y me convenzo de que te dejé ir por ti.
Pero lo cierto,
es que nunca pude retenerte.
No tuve,
ni tengo
nada.

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