lunes, 20 de agosto de 2018

XIII

Qué mala mi suerte,
que la historia que vienes a leerme ya me la había aprendido.
Qué mala la tuya,
que los protagonistas que iban a casarse,
al final se mueren.
Qué inoportuno el destino,
que viene a ponerte en mi desierto
cuando más sed tengo,
cuando más demonios te persiguen gritándote
que
no!
Y entiende, que mi ego de fénix ya no soporta más derrotas,
más pérdidas,
más sangrías,
que estas fosas comunes están llenas de todo lo que un día me hizo daño,
y no me dejan
verte.
Y no me dejo
correr hacia ti,
si delante tienes un ejército de terracota que va a matarme,
que quiere convertirme
una
y
otra vez
en piedra,
como si tú fueras ahora la Gorgona que va a fulminarme.
Porque no puedo tocarte si sigues cubierta de espinas,
y te lo aseguro, amor, que sé de lo que hablo,
que mucho tiempo fui yo el único cactus de mi oasis.
Porque,
te quiero ahora,
te quiero
con todas las dudas que puede tener un alma rota,
con todos los miedos que se guardan dentro de un corazón lleno de costuras,
que al fin
y al cabo,
tú no cosiste.
Pero si no vienes desnuda,
sin pistolas,
sin espinas,
si no dejas atrás todas las sombras que quieren cegarme,
tendrás que echarme de menos.
Y ojalá no llegues tarde,
porque entonces
todos los poemas que te escriba
acabarán
oliendo
a despedida.

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